16 Jan
16Jan

Ya casi nadie discute el poder de la meditación para lograr el bienestar, vivenciar la calma mental y hasta potenciar la salud física.

Lo que le cuesta trabajo a la mayoría de las personas es lograr meditar.

¿Por qué?

Porque les han hecho creer que para meditar se necesitan requerimientos especiales, o ciertas disposiciones individuales, o condiciones específicas.

Sin embargo, nada de esto es necesario, así que te pregunto:

¿Quieres meditar de manera sencilla, pero profunda y beneficiarte de sus bondades?

En este artículo te brindo un ejercicio para que lo logres.

Para que este ejercicio te sirva de verdadera ayuda antes debemos ponernos de acuerdo en algo que es fundamental.

Tu verdadera esencia no son las identificaciones que habitualmente utilizas: “soy fulano de tal”, “me dedico a esto o a lo otro”, “tengo tales o más cuáles posesiones o tal o más cuál prestigio”, etc.

Tu verdadera esencia es que eres Vida.

Esto no precisa demostración alguna y sobre el particular puedes encontrar más información en el artículo: “Una conversación loca, pero liberadora”.

Lo interesante del caso no es que somos Vida, sino que: ni somos plenamente conscientes de ello, ni lo sentimos. Casi nunca nos acordamos de que estamos viviendo.

Y esa es toda la esencia del arte de meditar.

Puedes estar consciente de la actividad que estás haciendo, de todo lo que existe a tu alrededor, pero no eres consciente de que Eres.

¿Por qué ocurre esto?

Porque tu mente puede reflejarlo todo menos a la Vida. La Vida no puede reflejarse en tu mente porque ella está detrás como telón de fondo y la mente es como un espejo, solo puede reflejar lo que tiene delante, más no lo que hay detrás de ella.

Por eso este ejercicio es tan sencillo, pero tan profundo a la vez, que a tu mente le va a hacer difícil acreditar en él porque a ella le gustan las cosas que tiene delante, las que puede reflejar.

EL EJERCICIO.

Este ejercicio consiste en lo siguiente:

Mientras estés haciendo cualquier cosa, hazte consciente de que existes y siente la corriente, la energía de vida, que sostiene a tu forma. Eso es estar consciente de tu esencia, de ti mismo.

Parece muy fácil, pero no lo es. Lo fácil es olvidarse de cuál es tu esencia.

Te diré esto: A todos los grandes sabios que han enseñado el camino del reencuentro con lo que en realidad somos les han hecho la misma pregunta:

¿Cómo conseguir meditar y lograr estos beneficios de manera rápida?

En esencia todos han respondido lo mismo, pero para mí la respuesta que dio Buda es genial. Él les dijo a sus discípulos:

-Si pueden estar 60 segundos sin olvidarse de quienes son, entonces la realización acontecerá.

¿Sabes lo que son 60 segundos?

Solo prueba y verás con qué facilidad la mente te lo va a impedir atiborrándose de pensamientos.

Por eso no puedes hacer trampa contigo mismo. El único camino válido es practicar, practicar y practicar.

De lo que se trata es de sentir que existes, no de pronunciar las palabras: “Yo existo”.

Estás caminando, o estás trabajando, o haciendo el amor; o leyéndome como en este momento; no importa lo que estés haciendo, solo detente por un momento y siente que existes.

Fíjate que te digo: “siente”, no que lo verbalices, simplemente SIENTE.

Al principio será algo muy fugaz, pero incluso esa instantánea te dará un destello de lo que es auténtico. Por un instante te establecerás en tu verdadera identidad existencial sin que medie la mente y tendrás (a lo que yo le llamo): “una experiencia primordial”.

Además, este ejercicio no requiere de nada especial, ni tampoco de la justificación de que no tienes tiempo para meditar. Lo puedes hacer en cualquier momento y en cualquier situación, solo tienes que acordarte de quién eres y sentirlo.

UNA ADVERTENCIA: Si la mente entra vez tras vez a tratar de robarte tu verdadera identidad y a querer que te vuelvas a identificar con tu Yo personal, no te sientas mal, no te frustres.

Es normal que suceda porque si le quitas tres años a la edad que tienes (digo tres años porque es a partir de esta edad cuando se va conformando el Ego), es el tiempo que has estado bajo el falso condicionamiento de que eres un cuerpo-mente.

Has estado robotizado todo este tiempo y créeme que el chip que te han implantado es muy poderoso. Sin embargo, no desmayes, no desistas. Es como dicen los chinos:

“Las grandes escaleras se suben peldaño a peldaño”.

Cada vez que vuelvas a sentir que Eres es un peldaño que subes, así que no te preocupes si al principio solo son momentos. Lo único que tienes que hacer es persistir (y créeme que persistir es lo más difícil en todo esto).

RECUERDA: Cada vez que te acuerdes, acuérdate de quién eres y siéntelo.

OTRA COSA: Al practicarlo notarás que no te vas a acordar ni de tu nombre, ni de tu posesión, ni de tus realizaciones, ni de que eres esto o lo otro. Tu mente no estará ahí para testimoniar algo. Es simple existencia lo que habrá.

Por esta razón es que este ejercicio no es ni físico, ni mental; es existencial.

Y esta es también la razón del porqué se vuelve tan difícil porque nunca recorda­mos la simple existencia. Lo que siempre recuerdas son las etiquetas y los conceptos que usas para definirte.

Si precisas evidencias de esto solo contéstame estas preguntas:

Cuando piensas acerca de ti mismo, ¿no es cierto que piensas acerca de tu nombre, de tu religión, y de otras muchas cosas que te ayudan a personalizarte?

Cuando te preguntan: ¿quién eres?, ¿cómo es que respondes casi siempre?

Es por esta razón que Cristo enfatizó que aquel que quisiera seguir sus enseñanzas lo primero que tenía que hacer es negarse a sí mismo (o renunciar a sí mismo) (Mateo 6:24).

¿Te animas a hacerlo?

Por favor, coméntame tus experiencias con relación a la práctica de este ejercicio y comparte esta información con todas aquellas personas que quieran adentrarse en el camino de la meditación.

MUCHAS GRACIAS.

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