Cuantas veces he oído esta afirmación en personas cuyo comportamiento no es el adecuado. Lo emplean para justificar su comportamiento reprobable, actual o futuro. Se alude a una especie de inmutabilidad personal que hace que la persona quede eximida de cualquier corrección. Sirve tanto para un roto como para un descosido. Sus usuarios más frecuentes son personas que ignoran el concepto de coherencia.
Todo ser humano necesita creer que su comportamiento es coherente y para ello acumula a todas horas argumentos que avalen lo que hace o que aminoren sus dudas en el supuesto de que surjan. También intentan reducir el contacto con aquellos que les puedan recordar su incoherencia. Pero cuando todo falla y no hay por donde escapar se pronuncia esta frase. No sólo lo hacen para protegerse de los demás, sino para eliminar de su escenario mental la experiencia desagradable de la incongruencia. De esta forma se blindan ante cualquier crítica, tanto propia como ajena.
Ni eres así, ni esa excusa te vale. Expresar esto es un ataque a la inteligencia y un insulto a quienes nos rodean y sufren las consecuencias. Quizá, lo mejor que podemos hacer, si oímos a alguien decir algo así, es responderle: “Y bastante desgracia tienes”.