28 Jan
28Jan

En un artículo anterior había escrito sobre cuanta empatía proyectas pero hoy quiero referirme a un tipo de empatía que ciertas personas tienen y por desconocimiento tanto de ellos mismos como de su entorno, se les malinterpreta en su forma de comportarse y su conducta hacia los demás.

Los empáticos son individuos que son físicamente sensibles a los sentimientos de otros y a menudo más espirituales que el resto. Estas personas tienen un don para “leer la mente” de las personas.

Más precisamente, los empáticos pueden sentir lo que la gente siente y piensa, por lo tanto, con frecuencia, sus vidas están bajo la influencia de las intenciones y estados de ánimo de otras personas.

Pero ser empático no es algo que puedas aprender fácilmente. Incluso si uno quiere ser empático, puede que no tenga éxito por mucho que lo intente. Ser empático es algo que llevas contigo desde el nacimiento.

Ser empático puede tener sus propias consecuencias. Muchas personas que nacen con este rasgo experimentan los sentimientos y pensamientos de las personas que les rodean.

A veces, incluso pueden sentir los síntomas físicos de una disfunción o ansiedad. Como consecuencia, a menudo se diagnostican erróneamente como hipocondríacos.

Muchas personas no entienden bien a los empáticos y no se relacionan con todo lo que están experimentando. Y los empáticos mismos lo saben porque pueden leer las emociones de los demás.

Los empáticos se ven afectados por las energías de los demás y su vida está influenciada por su entorno inconscientemente. Por lo tanto, cuando están ansiosos o tristes, esas emociones pueden ser solo un reflejo de los sentimientos de otra persona.

El tipo más poderoso de empatía

Algunos empáticos logran bloquear las emociones e incluso pueden parecer que las ignoran. Sin embargo, hay un tipo de empatía que es la más poderosa: Heyoka.

El rasgo más importante de los empáticos de Heyoka es su habilidad para mostrar los rasgos negativos de los otros. En la cultura lakota (sioux) estos personajes reciben el nombre de heyokas y su característica principal es que actúan fuera de los límites, o mejor dicho, a contrapelo de la conducta de las personas corrientes. Se los define como los “contrarios” que, lejos de producir rechazo, son reconocidos como expresión de la dualidad y el misterio de la existencia humana.

En su libro “El don del poder”, Archie Fire Lame Deer, un lakota hijo y nieto de hombres medicina, describe al heyoka como un elegido que hace todo al revés. Y es por hacer las cosas al revés que causa gracia. Es un payaso sagrado.

Dice el autor que el heyoka, es al mismo tiempo menos y más que un hombre medicina, que la gente le teme e incluso él se teme a sí mismo y a sus extraños poderes.

Pero al mismo tiempo, como expresión de tanto misterio y poder, el heyoka es considerado sagrado, y aunque a veces cumple funciones muy secundarias, como la del payaso tradicional encargado de distraer a los toros que, en los rodeos norteamericanos, derriban a su monta, es considerado con el mayor respeto entre su gente, pues se entiende que está transitando su camino hacia la sabiduría.

Una vez iniciado –continúa explicando Fire Lame Deer- el heyoka está destinado a recorrer un duro camino de aprendizaje, a realizar un proceso de maduración que, con el tiempo, lo llevará al Conocimiento. “Hijo, un hombre medicina debe experimentarlo todo, debe arrastrarse tan bajo como un gusano y remontarse como un águila”; recuerda que sentenció un día su padre quien, de heyoka pasó a wapiya (hechicero y mago), y luego a pejutawichasha (el que cura con hierbas), a waaytan (el que ve el futuro e interpreta los sueños), y a yuwipi (que utiliza piedras y escucha a los espíritus) para, finalmente, convertirse en wichashawakan, un hombre santo.

Entre los lakota los sueños pueden marcar, al igual que las visiones, el destino de las personas. Así si alguien sueña con pájaros, se reconocerá destinado a ser hombre medicina. Pero si sueña con el rayo, el trueno, los wakinyan o el pájaro de trueno, inevitablemente se convertirá en heyoka o payaso sagrado, le guste o no.

Los rasgos de una empatía Heyoka pueden incluir incluso dislexia o una apariencia joven.

Además, nacen con la capacidad de ayudar a las personas que expresan sus rasgos negativos.

A veces, sus intenciones pueden ser malinterpretadas y se les puede acusar de ser intrusivos o irritantes. Pero estar irritado o ansioso después de una conversación con un Heyoka podría significar que solo estaban reflejando las emociones que estás liberando al mundo.

De la misma manera, si usted se siente feliz y confiado después, puede ser que hayan tratado de mostrarle lo importante que es sentirse así.

Mucha gente se iría y no pensaría en esta experiencia. Es fácil no aceptar tus defectos y culpar siempre a los demás de tus desgracias. O podrías aprender de un Heyoka y dejar que te ayuden.

Podrías tener la mente abierta y compartir la experiencia con los Heyoka. Es bueno aceptar tus rasgos negativos y tratar de mejorar en vez de huir de ellos.

Porque habrá tiempo en el que te darás cuenta de que podrías haber mejorado muchas cosas y podrías haber influenciado otras vidas con tu ejemplo positivo.

La empatía de Heyoka te ayudará a superarlo todo y aprenderás de ellos a estar satisfecho contigo mismo. Son sabios y han practicado su don desde que nacieron.

Ellos serán su apoyo cuando usted lo necesite y le darán el mejor consejo que pueda pedir cuando se encuentre en medio de una encrucijada.

La condición de heyoka es pasajera, es un paso en el camino del Conocimiento, pero es probablemente el momento más difícil de esa senda. Es una experiencia del mundo y de la naturaleza humana sanando, develando y equilibrando su entorno al actuar como el “contrario” que mueve a la risa y, en apariencia, al caos. Es la catarsis o liberación de tensiones reprimidas a través de ese personaje transgresor que muestra lo que el espectador tiene escondido.

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