¿Te gustaría tener más autoestima y creer más en ti? Imagino que tu respuesta es un rotundo SÍ.
Durante mi adolescencia estaba convencido de que tenía mucha confianza. Daba una imagen de seguridad e incluso soberbia, hablando con afirmaciones rotundas y despreciando a la gente que me llevaba la contraria.
Pero con el tiempo he entendido que era todo lo opuesto. Y tenía tanto miedo de darme cuenta de que había construido una muralla para proteger mi identidad.
Por ese motivo no me exponía a nada. Evitaba cualquier situación que pudiera demostrarme que no era la clase de persona que quería ser. Me escapaba de las conversaciones difíciles y nunca expresaba mis sentimientos reales. Huía de la realidad.
Aunque mi imagen fuera de aparente seguridad, mi autoestima colgaba de un hilo. Y eso se contagiaba a mi forma de relacionarme.
Y es que la autoestima está directamente relacionada con las habilidades sociales. Si no confías en ti, difícilmente te atreverás a salir de tu zona de confort para pedir un aumento de sueldo, defender tus derechos o conocer a alguien que te atrae, por ejemplo.
Así pues, todo nace en tu autoestima. ¿Pero cómo se consigue tener una mejor opinión de uno mismo?
Encontrarás cientos de libros sobre autoestima y la mayoría de ellos te dicen lo mismo: que te llenes la cabeza de pensamientos positivos y gratitud. Que visualices tus objetivos, te repitas frases de ánimo y te valores más.
Eso no sirve para nada.
Lo único que conseguirás con este tipo de pensamientos es motivarte durante un rato, porque nuestro cerebro es muy bueno imaginándose que ya ha conseguido lo que quieres.
Pero también es muy bueno olvidándolo.
Encuentra tus cualidades positivas
Si tu estrategia para conseguir mayor autoestima es repetirte cosas como "confío en mí" o "me amo como persona", después del subidón inicial de ánimo vendrá el bajón. Porque tu mente empezará a buscar evidencias que le permitan sostener esas afirmaciones, y si no las encuentra llegará a la conclusión de que son falsas.
Por suerte la ciencia ha terminado acudiendo al rescate. Y un estudio del año 2009 sobre autoafirmaciones positivas demostró que repetirte este tipo de frases puede terminar de hundir tu autoestima.
Aunque te parezca mentira, la gran mayoría de literatura sobre autoayuda te anima a hacer eso mismo. Ese es el problema de no contrastar las cosas antes de escribir sobre ellas.
La autoestima no se consigue leyendo un libro en el sofá de tu casa mientras te repites palabras positivas. Se logra enfrentándote a tus retos y sabiendo encontrar tus cualidades.
Quizás ahora estés pensando: ¿pero qué ocurre si me enfrento a mis miedos y fracaso? ¡Jamás conseguiré autoestima!
La autoestima no se construye basándonos en los éxitos, y eso es lo que debes interiorizar. Se construye sobre la base de las cualidades y valores que hay detrás de tus experiencias.
Si te has presentado a entrevistas unas diez veces y no has salido favorecido, podrías pensar que eres un fracasado, ¿verdad?
Quizás, pero también puedes pensar que nadie tiene tanta capacidad para perseverar y continuar luchando como tú.
Deja de considerar la meta final como la única vara de medir de tu autoestima y fíjate en todo lo que has hecho durante el camino. Solo así empezarás a respetarte por tus valores y cualidades, y no únicamente por tus logros.
¿Te imaginas que alguien te dijera que tiene la autoestima baja porque no le ha tocado la lotería? Pues no hagas lo mismo y céntrate en vivir más por tus valores y menos por tus resultados.
Cultiva la autocompasión
Resulta que tú eres tu peor crítico. Nadie será tan cruel con tus fracasos como tú mismo.
Y voy a revelarte un secreto: estás programado para ser así.
Los humanos estamos programados para detectar amenazas y para pensar que las cosas pueden salir mal. Porque durante la historia de la evolución ha sido necesario anticiparse a posibles riesgos para sobrevivir.
Por eso hoy en día te invade una oleada de miedos cuando piensas en hacer algo distinto. Y si fracasas, tu mente se encarga de recodártelo para evitar que lo vuelvas a intentar. Porque prefiere la seguridad de lo conocido.
Para vencer esa voz crítica de tu interior puedes empezar a cultivar la autocompasión, un término que la doctora Kristin Neff explica muy bien en su libro Sé amable contigo mismo.
La autocompasión significa ser comprensivo contigo cuando las cosas te van mal o hay algo de ti que no te gusta. Se trata de que reconozcas que tú y todos somos imperfectos y que seguirás viviendo momentos de sufrimiento.
La autocompasión, en el fondo, implica que empieces a tratarte a ti mismo como tratarías a un amigo.
Imagínate que una amiga tuya ha roto con su pareja y está desconsolada. ¿Qué le dirías? Seguramente que no lo viera todo tan negro, que es una persona maravillosa y que encontrará a alguien que realmente sabrá apreciarla, ¿me equivoco?
¿Y por qué no haces lo mismo contigo? Eres mucho más duro contigo mismo que con tus amistades, y debes aprender a sentir compasión por ti y aceptar que las cosas malas ocurren.
En mi caso ya raramente me pongo objetivos concretos. Y aunque me cuesta más ser autocompasivo, sí que he aprendido a tomarme la vida como una carrera de fondo donde mis valores son la energía que me impulsa.
Aun así habrá momentos en que los pensamientos negativos nos invadan y nos impidan actuar de forma racional. Por eso, en el próximo artículo te explicaré el método más eficaz para superar miedos limitantes como la timidez.
Yo lo aprendí por casualidad durante una fecha muy especial, ¡pero después descubrí que estaba avalado por estudios científicos!
Un fuerte abrazo,