14 Oct
14Oct

La envidia implica vivir comparándote con otros. Hay gente por encima y por debajo de ti. Siempre estás en mitad de la escalera...

Si consideras que alguien está por encima de ti, te duele. Eso mantiene viva tu lucha, tu pelea y utilizas cualquier medio para avanzar, porque si tienes éxito, a nadie le importará si lo has conseguido con buenas o malas artes. El éxito demuestra que tenías razón; el fracaso demuestra que no la tenías. Lo único que importa es el éxito, no importa cómo lo consigas. El fin demuestra que tenías razón. De modo que no tienes que preocuparte por los medios..., nadie lo hace. La cuestión es cómo subir la escalera. Sin embargo, nunca consigues llegar a la cima. Y todos los que están por encima de ti te provocan envidia, porque ellos lo han logrado y tú has fracasado.

Se podría pensar, ¿qué sentido tiene ir de una escalera a otra cuando siempre hay alguien por encima...? ¿Por qué no das un salto? No puedes. La sociedad es muy lista, muy astuta. Lleva puliendo y refinando sus métodos desde hace miles de años.

¿Por qué no puedes salirte del círculo? Porque ver que hay alguien por debajo de ti te produce una gran satisfacción. ¿Te das cuenta del truco? Tener a alguien por encima te causa envidia, desdicha, sufrimiento, humillación y un sentimiento de poca valía, de no haber podido demostrar tu capacidad, de no ser un ser humano como es debido. Y mientras los demás avanzan, tú te atascas. Sientes que no vales nada, que no tienes sentido, que tan solo eres un persona inútil y una carga para el mundo...

Te encuentras en un dilema. Si miras hacia arriba sientes una angustia profunda; si miras hacia abajo experimentas una gran satisfacción. ¿Cómo vas a saltar de la escalera? Si lo haces, no tendrás a nadie ni por encima ni por debajo. Si saltas, te quedarás solo...

Es simple lógica: si no te sientes superior, tampoco puedes sentirte inferior. Vienen juntos y van juntos. Si renuncias a uno, también renuncias al otro. Si no te sientes superior a nadie, ¿cómo vas a sentirte inferior? Simplemente eres tú mismo...

No tengo ningún deseo de sentir que alguien es inferior a mí. Puede que sepas más que otros sobre algunos temas. Al igual que tú tienes talento para determinadas cosas, otros poseen grandes capacidades en distintos ámbitos. Eso simplemente demuestra que cada persona es única, que tiene unas características diferentes a los demás. Pero cada individuo tiene sus propias cualidades y es incomparable. Nunca he pensado que alguien fuese inferior o superior a otro.

Yo soy yo y tú eres tú. No se puede comparar...

La envidia te impide percibir un hecho muy simple: te han enseñado a sentirte inferior o bien superior a alguien. Y eres tan inconsciente de ello que juzgas a la gente constantemente como inferior o superior, buena o mala, correcta o equivocada. No juzgues; cada persona es un mundo, acéptala como es. Pero solo podrás hacerlo si te aceptas a ti como la persona que eres, sin vergüenzas ni sentimientos de inferioridad...

Olvídate de la competencia y de la envidia. No tiene ningún sentido. Es un método muy astuto, inventado por los sacerdotes, para que nunca puedas ser tú mismo..., ya que eso es lo único que temen todas las religiones.

Si eres tú mismo, te sentirás en paz, satisfecho, experimentarás el éxtasis.

Entonces ¿a quién le importa Dios? Tú eres Dios. Has podido saborear la divinidad en tu interior...

¿Y qué pierdes si dejas la envidia, la competitividad y la comparación? Nada. Lo único que puedes perder son tus cadenas, y entonces el reino de Dios estará a tu alcance en tu interior.

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