Últimamente se han puesto de moda los Registros Akáshicos y muchas personas acuden a sesiones de este tipo (con un alto costo) e incluso se inscriben en talleres o cursos de un fin de semana para volverse “lectores de Registros Akáshicos”, en este artículo quiero detallar un poco lo que realmente son y como se forma un lector de registros para que no caigan ingenuamente en manos de aprovechadores y avivatos de turno. Lo primero como lo iré describiendo es que por leer los Registros Akáshicos o por enseñar a leerlos está prohibido cobrar por ello.
Los Registros Akáshicos —también llamados Registros Akásicos— pueden entenderse como una especie de memoria cósmica, de archivo o base de datos universal que registra todo cuando ha ocurrido desde el inicio de los tiempos.
Akasha (ã- kã/sha) es una palabra en sánscrito que significa «éter»: lo que penetra todo el espacio. Originalmente significaba «radiación» o «resplandor» y en la filosofía hindú Akasha era considerado el primero y el más fundamental de los cinco elementos, los otros eran Vata (aire), Agni (fuego), Ap (agua) y Prithivi (tierra).
Akasha reúne las propiedades de los cinco elementos: es la matriz de la que emerge todo lo que perciben nuestros sentidos y a lo que todo vuelve al final. «El Registro akásico» (también denominado «la Crónica akásica») es el archivo permanente de todo lo que ocurre y de lo que ha ocurrido en todo el universo.
La información contenida en los Registros Akásicos se imprime directamente sobre esa sustancia sutil llamada Akasa, "éter", en sánscrito; a la que podemos acceder mediante ciertos estados de meditación e incluso a través de los sueños, particularmente de los sueños lúcidos.
La primera investigadora en describir las cualidades y características de los Registros Akásicos fue Annie Besant (1847-1933)—autora de: Formas de pensamiento (Thought Forms), La sabiduría antigua (The Ancient Wisdom) y Química oculta (Occult Chemistry)—, basándose en antiguas tradiciones del Tibet.
Ya en 1913 el británico C.W. Leadbeater (1854-1934) examinó de cerca la hipótesis de Annie Besant en su libro: El plano astral: escenario, habitantes y fenómenos (The Astral Plane: Its Scenery, Inhabitants And Phenomena), donde relata sus propias experiencias estudiando los Registros Akásicos durante 1910. Entre otros prodigios históricos logró rescatar la supuesta historia de los continentes perdidos de la Atlántida, Lemuria y Rutas.
Definitivamente NO.
Históricamente fue un atributo reservado a esoteristas de gran nivel, altos iniciados o maestros iluminados. Es decir, a un puñado selecto de individuos en la cúspide de su desarrollo espiritual. Sin embargo, en este momento, cuando todos somos testigos y protagonistas de la naciente era de Acuario, la oportunidad de tener ese privilegio es buscada por muchos candidatos más y de ahí surgen los avivatos que se lucran con ello.
La respuesta, una vez más, es no. La Clarividencia de Terapia Akáshica no es algo que pueda hacer cualquier persona en el Planeta. El 70% de la humanidad está lejos de poder cumplir una sola de sus leyes. Sólo el 1% tiene razones valederas para solicitarla.
A su vez, para que los maestros de los Registros Akáshicos le abran las puertas a alguien, es necesario que el solicitante tenga una misión espiritual que lo justifique. Esto significa tres cosas.
En el trabajo con los Registros Akáshicos, está prohibida la creación de grupos cerrados. El respeto del libre albedrío es sagrado.
Las formas de acceder a los Registros Akáshicos no son simples. El método tradicional es el chamanismo, aunque se admiten otras posibilidades más accesibles, como la proyección astral, los sueños lúcidos y las experiencias extra-corporales.
Para tener derecho a recibir la clarividencia akáshica, el candidato debe averiguar en forma prioritaria cuál es su misión espiritual. Sin ese conocimiento la persona no está habilitada a trabajar con los Registros Akáshicos.
Una vez dentro de los Registros Akásicos la cuestión se torna aún más compleja. Los que han experimentado con proyecciones astrales sostienen que es prácticamente imposible sostener la voluntad necesaria para investigar un sitio preciso de los Registros Akásicos, barridos por fuertes vientos astrales que confunden y extravían al viajero.
La lectura correcta de los Registros sólo es posible después de una cuidadosa preparación. Para poder leerlos debidamente, es necesaria la clarividencia mental, facultad que se desarrolla a temprana edad y se potencia con el trabajo consciente de la misma. En efecto, para disminuir la posibilidad del error, la visión mental ha de ser completa, mientras el investigador está dispuesto en el plano físico.
Para conseguir ésta se requieren muchos años de labor y rígida disciplina. Además; como los verdaderos Registros se encuentran en un plano, al presente, fuera de nuestro alcance, para comprenderlos perfectamente se requieren facultades de orden mucho más elevado que las desarrolladas por la humanidad. Por lo tanto, nuestra comprensión del entero tema ha de ser, necesariamente, imperfecta; por cuanto lo consideramos desde abajo, en lugar de considerarlo desde arriba.
No se han de confundir los Registros Akásicos con las meras formas mentales, creadas por el hombre y existentes en tanta abundancia, tanto en el plano mental, como en el astral, muchas visiones de santos, videntes, etc., no son verdaderos Registros Akásicos, sino meras formas mentales. El clarividente experto necesita un vínculo que le permita encontrar el Registro de un suceso, del cual no tenga conocimiento previo. Lo otro es psicometría.
Hay muy pocos clarividentes expertos capaces de consultar los Registros, a voluntad, por sí solos. En cambio el psicómetra necesita un objeto vinculado al pasado, a fin de ponerse en contacto con ese pasado. Otras personas, vagamente psíquicas, ven constantemente aparecer cuadros ante sus ojos, sin darse cuenta de que, en realidad, están psicometrizando los varios objetos que les rodean. Una variación de esta clase de psiquismo es el hombre capaz de psicometrizar sólo a personas, en vez de los objetos inanimados, que es lo corriente. En muchos casos, esta facultad se manifiesta erráticamente. Algunos psíquicos, ante un extraño, ven a veces un destello de algún suceso prominente en la vida del mismo. En otras ocasiones, no reciben impresión alguna especial.
Recién a los 15 años de práctica sólida, con una dedicación mínima del 60% del tiempo útil en relación con los Registros Akáshicos, un clarividente akáshico está autorizado a preguntar por sí mismo. La única excepción es la averiguación acerca de si existe algún peligro para los próximos tres meses y qué se debe hacer al respecto.
El camino del aspirante a Terapeuta o clarividente Akáshico está abarrotado de pruebas diseñadas por el mundo invisible, que el estudiante deberá superar para dar un salto y pasar a la etapa siguiente. La nueva fase, a su vez, estará colmada de nuevos desafíos, que deberá superar para dar otro salto y pasar a la siguiente etapa. Que una vez más de nuevo, le tendrá otros desafíos.
Esto como decía en un principio no se aprende en un fin de semana ni en cursos de unos meses. Además quien lo enseñe debe ser un verdadero lector de Registros Akáshicos y su primera norma es no cobrar por ninguna sesión y menos por entregar sus conocimientos a quien lo merece.