06 May
06May

En algún momento de la vida todo ser humano ha experimentado rabia, tristeza, decepción, impotencia y hasta lástima porque alguien lo ofendió o le hirió profundamente sus sentimientos. La frase “nunca olvidaré lo que me hizo” sigue siendo el común para quienes el perdón es una última opción en el intento de conciliar la vida con las experiencias negativas que le ha tocado sufrir.

Hacia la sanación

Aprender a perdonar es quizás de las tareas más difíciles de cumplir en la vida. Más aún cuando nos han enseñado desde niños a tomar represalias contra todo aquello que nos moleste o nos haga daño. Sin embargo, el perdón es una posibilidad de sanación y de crecimiento personal. Hoy más que nunca el perdón es una prioridad en una sociedad tan dolida y enferma de odios como la nuestra. El perdón es un camino a la paz.

¿Por qué nos ofendemos tanto?

Cuando somos pequeños y nos pegamos contra la silla, la mamá nos enseña a devolvernos y castigar al objeto causante del dolor: “silla tonta”, le decimos y lo seguimos repitiendo a lo largo de los años con situaciones diversas: “Tarea tonta, profesora mala, amigo bobo, jefe amargado”, explica la psicóloga Angie Pérez Vargas.

Nuestros enojos serian ínfimos si comprendiéramos como funciona nuestra mente en momentos de tensión emocional. Comprender la cusa de lo que nos enoja necesitaría de una comprensión, compasión y manejo de energías que no poseemos y que lleva tiempo desarrollar.

Existen demasiadas razones imaginarias para cargarnos de dolor y para alimentar el rencor. Bastaría con una mirada menos prevenida y más abierta para descargarnos de una gran cantidad de culpas que como en el caso de ‘la silla’, no existen.

Pero además es fundamental:

  • Comprender cómo funciona la mente humana.
  • Tener compasión.
  • Logra empatía.
  • Aprender el arte del perdón a nosotros mismos y a los demás, tratando de comprender que todos los seres son libres y no son propiedad de nadie.

¿Cómo perdonar?

Olvidarse de la ofensa y de las ganas de ‘sacarse el clavo’ demanda tiempo y una valentía. No es tarea fácil se logre hacer de un día para otro. Y no es fácil porque es la rabia, uno de los sentimientos más incontrolables, la que nos embarga y dirige nuestras acciones y nuestros pensamientos.

El odio, la rabia y el rencor oscurecen el panorama. “Es entonces cuando se hace necesario alfabetizar nuestras emociones”, asegura la especialista.

Es necesario, entonces partir de:

  • Corregir la autoestima personal.
  • Fortalecerse por dentro.
  • Entender que se puede ser menos vulnerable si trabajamos en superar los sentimientos negativos.

Para la doctora Pérez Vargas, la aplicación del perdón implica no seguir el juego a los violentos y a los agresores: “Es no subirse al ring al que nos invitan, es no ponerse al nivel de la agresión que censuramos”, asevera.

¿Qué trae el perdón?

La necesidad de perdonar y el acto de reconciliarse con el mundo conduce a:

  • Liberar el espíritu y el cuerpo de malas energías.
  • Romper con una cadena nefasta de agresión y dolor permanentes.
  • Ser capaz de visualizar la ofensa en su justa dimensión, elaborarla y dejarla atrás.
  • Aceptar que somos desproporcionados en las respuestas y ante un grito respondemos con un golpe y en medio de una pelea salen a relucir las armas.

“Si miramos al otro, tal cual es, ser humano frágil como todos y en esencia bueno, no podemos alimentar el odio que buscamos y sobre todo no podemos negarnos al perdón” concluye la doctora Pérez.

Tome en cuenta estas recomendaciones finales:

  • Desarticule al enemigo. No imagine que es un monstruo y evite inventar que esa persona es su contrario. Concilie con él.
  • Procure perder el miedo de volver a amar. Aliméntese de buenos sentimientos.
  • Fortalezca su autoestima.
  • Eduque y aprenda a entender sus emociones para aprender a controlarlas.
  • Dele la verdadera dimensión y valor a las ofensas. Aprenda a soltarlas y a no alimentarlas con el veneno del rencor.
  • Propóngase la paz como actitud de vida.
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