La posición de Tony Blair, que para entonces se desempeñaba como Primer Ministro del Reino Unido, era que el euro debía pasar por cinco pruebas, o más bien condiciones, para que su país pudiera adoptar la moneda única como moneda oficial, condiciones que el euro no terminó de reunir.
El canciller de la Hacienda británica, Gordon Brown, que no era muy entusiasta del euro… fue el encargado de la creación de la política de "cinco pruebas".
Consistían en que:
Obviamente fueron exigencias establecidas a dedo para hacer que fuera lo suficientemente difícil de cumplir como para que no se justificara jamás deshacerse de la libra esterlina y pasar al euro.
El gobierno británico nunca ha querido renunciar al control de su política de tasas de interés. El euro también eliminaría el nivel actual de comodidad con la tasa de cambio de la libra esterlina. Por ejemplo, una empresa británica o un inversionista que está acostumbrado a cambiar libras a dólares o viceversa se vería obligado a ajustarse a la tasa de cambio del euro.
Además, el Reino Unido se vería obligado a cumplir los "criterios de convergencia del euro", que incluye el mantenimiento de una relación deuda / PIB que limita la política fiscal británica, y por ejemplo, a partir de 2014, el Reino Unido solo había cumplido con el 20% de los criterios de convergencia.
La libra está para quedarse y el Brexit es su máxima expresión.
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