09 Jul
09Jul

Hoy escribo de una cualidad que la mayoría de personas valoran muchísimo en sus vidas: la sinceridad. A nadie le gusta que le mientan y si alguien tiene algún problema con nosotros nos lo diga cara a cara evitando chismes y rumores. Pero, muchas veces se nos olvida que ser sincero no significa decir las cosas de cualquier modo.

La sinceridad está sobrevalorada cuando va acompañada por la mala educación. Esto es cada vez más frecuente en las redes sociales donde algunas personas leen comentarios muy dolorosos por parte de usuarios que encuentran un cómodo lugar para enviar sus dardos envenados desde el anonimato. Sin embargo, el "sincericidio" está presente en todos los ámbitos de la vida, también en las relaciones presenciales. La persona que cae en este error piensa que decir la verdad en todo momento es lo mejor que puede hacer. Sin embargo, comete un error importante.

Mi opinión es que todos tenemos derecho a expresar lo que sentimos, nuestras ideas, opiniones y pensamientos. Pero también hay que tener en cuenta a los demás y tener empatía. Por eso, es tan importante ser asertivo. ¿Qué es la asertividad? Es la habilidad de expresar nuestras emociones, sentimientos y opiniones de una manera amable, abierta, franca, adecuada y directa sin hacer daño, ofender ni herir a los demás.

Usa con cuidado tus palabras porque, esas palabras podrían causar mucho daño en la autoestima de cualquier persona; si nos comunicamos ofendiendo a los demás, menospreciando lo que hacen y poniéndoles etiquetas, haremos que se sientan mal y humillados.

No confundas la verdad con la opinión

Muchas personas dan a su opinión un valor de verdad absoluta. Tan absoluta que siempre tiene que hacer constar su punto de vista propio. La sinceridad es importante cuando tus palabras realmente aportan un valor a quien las va a escuchar. Es decir, cuando se trata de un mensaje constructivo, incluso aunque trate un tema doloroso. Sin embargo, cuando el mensaje busca la destrucción, entonces, existe un error importante. Porque el valor de la sinceridad también es proteger al otro, es decir, cuando expresas un mensaje puedes cuidar el tono de tus palabras y la forma. Por el contrario, el "sincericidio" puede matar autoestimas ya que aquel que se sienta humillado, se siente infravalorado como persona.

Habla con respeto

La sinceridad deja de ser un valor cuando no va acompañada por el respeto. Es decir, cuando das más valor a tus palabras que a la persona que tienes delante. Esa persona es alguien con sentimientos. Imagina cómo sería para ti vivir tu día a día si en cada momento, todas las personas que te rodean, incluso desconocidos, se acercasen a ti para contarte su opinión sobre cualquier aspecto que te afecta. La persona que comete el error del "sincericidio" se comporta de este modo. No reprime nunca sus palabras. Sin embargo, si todos actuásemos de este modo, el universo de las relaciones sería un auténtico caos. Otra cosa que está mal, ¿las mentiras piadosas son necesarias? Es preferible callar  a decir una mentira piadosa. (Hace más daño cuando se descubre)

Las personas que se creen sinceras al extremo consideran un valor positivo decirlo todo a la cara. Esto sería positivo si bajo esa excusa no hubiese actitudes realmente hirientes. La honestidad es un tema bien distinto puesto que alguien honesto también es sensible a las necesidades ajenas.

¿Cómo puedes saber si estás siendo sincero o estás actuando con "sincericidio"? Eres sincero si te quedas en paz con tu forma de actuar. Una forma de actuar ética. Es decir, a ti también te gustaría que te tratasen del mismo modo si la situación fuese al revés. Y además, realizas un ejercicio para filtrar la información, para expresar aquello que realmente quieres expresar, y aquello que no quieres decir. Esto es lo que falla en el "sincericidio", no existe ningún tipo de filtro. La persona no canaliza sus palabras y se guía por impulsos.

La sinceridad es una cualidad estupenda. Pero hay que aprender a utilizarla en determinadas situaciones. Y sobre todo, hay que comunicarnos con los demás como nos gustaría que nos hablaran a nosotros. Por eso, sin duda alguna y desde mi punto de vista, la sinceridad siempre tiene que ir acompañada de asertividad y empatía.

Porque todos tenemos derecho a decir lo que pensamos pero no de cualquier manera ni pisando a nadie.

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