La conservación del Estado obliga a obrar cuando es necesario «contra la fe, contra la caridad, contra la humanidad y contra la religión.» Y ello requiere a nivel teórico -en oposición a toda la tradición de la filosofía política desde Platón en adelante- dejar de idealizar gobiernos y ciudades utópicas e inexistentes para inclinarse en cambio por los hombres reales y los pueblos reales, examinar sus comportamientos efectivos y aceptar que el ejercicio real de la política contradice con frecuencia la moral y no puede guiarse por ella.

Más información  
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO