11 Feb
11Feb

Hay muchas cosas “fortuitas” que no tienen explicación lógica… que son fruto del azar. El juego, un encuentro, una palabra escuchada, y hasta un accidente… ¿Como pensar que el azar no existe? Y qué de ¿la buena o mala suerte? Si el concepto de sincronicidad de Jung reemplaza al azar… con la sincronicidad ¿se podrá saber cuál es el numero ganador de la lotería?

Si en nuestras sociedades occidentales se busca racionalizar y explicar los eventos, poniendo bajo el rotulo indefinido de “azar” o “coincidencia” todas las cosas que no controlamos y que nos parecen independientes de nuestra voluntad, hay otras culturas que dan un sentido completamente diferente a esas “intervenciones fortuitas” en nuestras vidas… puesto que en ellas ¡el azar no existe!  

Pero si el azar no existe, ¿porqué debe existir la sincronicidad?

Para entender los fundamentos de la sincronicidad debemos dar un paseo (¡corto, por favor!) en los terrenos del psicoanálisis. La sincronicidad fue una de las teorías más criticadas, sobre todo en la época de Sigmund Freud…, puesto que ella está arraigada en la teoría del Inconsciente Colectivo, que se opone la teoría del Inconsciente Individual del psicoanálisis de Freud.

Para definir la sincronicidad,Jung dice que “los eventos sincronísticos se basan en la simultaneidad de dos estados psíquicos diferentes. Usamos el concepto general de sincronicidad en el sentido particular de coincidencia temporal de dos o más eventos sin relación de causalidad entre ellos pero que tienen el mismo sentido o que adquieren un significado análogo. El término sincronicidad se opone a sincronismo, que denota simplemente la simultaneidad de dos sucesos. La sincronicidad significa la simultaneidad de un cierto estado psíquico con uno o más eventos físicos paralelos que adquieren una cierta significación con relación a ese estado subjetivo pero también puede ser a la inversa. La sincronicidad son las coincidencias entre ciertos hechos subjetivos y objetivos que no pueden ser explicadas de manera causal, al menos con los medios que hoy poseemos” (Von den Wurzeln des Bewusstseins: Studien über den Archetypus  - Las raíces de la consciencia, estudio sobre los arquetipos, 1954)

Sincronicidad y coincidencias significativas

El concepto de sincronicidad no pretende cuestionar ni competir con la noción de causalidad. En su lugar, sostiene que, al igual que se agrupan los sucesos o eventos según una relación de causa a efecto, también pueden agruparse por una relación de significado. Una agrupación de eventos de significado no tiene por qué tener una explicación en términos de causa y efecto.

En la vida corriente, la sincronicidad es la experiencia de dos o más eventos que aparentemente no están relacionados causalmente entre sí y que no es probable que ocurran juntos por casualidad. Sin embargo, estos sucesos se experimentan como algo que ocurre simultáneamente con un cierto valor significativo y su asociación toma un sentido particular para la persona que los experimenta.

Lo que llamamos casualidades o coincidencias significativas, son eventos que se presentan sin ningún vínculo causal entre sí, pero que sin embargo comparten un sentido común y que aparecen claramente acompañados por una simultaneidad psíquica que los liga con el estado de ánimo o los pensamientos de ese momento. Por ejemplo, pienso en una persona, y unos minutos más tarde, me llama por teléfono… En ese contexto de revelación o presagio, Jung hace intervenir los arquetipos.

Los arquetipos y el inconsciente colectivo

Jung descubrió que en los sueños y en los delirios de los dementes había ciertos elementos, donde se confunden los instintos y la memoria, que se manifiestan como un fondo colectivo de imágenes y símbolos arcaicos. A estos elementos los llamó arquetipos. Estos símbolos colectivos constituyen lo que se ha llamado el inconsciente colectivo porque es compartido por comunidades enteras. Su expresión en los grupos humanos conduce un entendimiento universal sobre el origen étnico de la persona-social. Los arquetipos configuran ciertas vivencias básicas que se manifiestan simbólicamente en los sueños, en la inspiración o en el delirio. Son la base de la comunicación, el trasfondo de la historia y son contenidos, más o menos encubiertos, en las leyendas, los cultos y los mitos de todas las culturas. Demás está decir la importancia que tiene la simbología los sueños en la teoría de Jung.

Los arquetipos más clásicos son los que tienen que ver con el miedo (la oscuridad símbolo de lo tenebroso, de lo desconocido, de la muerte…) o con el amor (sentimiento incondicional entre tragedia y felicidad o los amores incestuosos de la mitología). Pero hay una infinidad de ejemplos, como la sabiduría del Viejo Sabio, el símbolo del corazón visto como el centro de las emociones humanas, etc., que al fin de cuentas, forman nuestro contexto cultural. Jung tenía en alta estima al I-Ching, libro compuesto de una gran variedad de imágenes arquetípicas cuyos mensajes evocan la sabiduría colectiva, el “sentido común”.

Explicando en términos modernos el fenómeno de la adivinación en las artes adivinatorias, nosotros buscamos estas coincidencias significativas en una tirada de Tarot, de I-Ching o de Runas. Ellas también conciernen a las interpretaciones astrológicas. Buscamos acordar nuestro inconsciente individual al inconsciente colectivo para actuar de una manera conveniente y así poder configurar la realidad siempre cambiante de la vida.

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