Cuba colapsó, Venezuela también, no demora Argentina
Contaba Telma Frege: Visité Cuba el 2018 en un viaje de obra social. Fuimos a una ciudad pequeña en el sur-este, lejos de La Habana, que es la única ciudad que se mantiene decente para guardar apariencias, porque es la más visitada por extranjeros.
Cuando visitas otras ciudades te das cuenta de que Cuba colapsó hace décadas. Las fotos que adjunto son de ese viaje. Esa no es una economía que se asemeje a algo que sostiene al pueblo.
Las fotos las tomé en persona, y hablé con la gente y escuché sus necesidades, no es "propaganda del imperio" que yo haya escuchado o leído en algún lugar. Cuba y Venezuela son víctimas de la misma mentira.
Fotos:
La gente vive en lo que se podría llamar chozas, que desaparecerán si el próximo huracán golpea esa zona. Nótese las calles sin asfalto o empedrado.
Este anciano me hizo llorar. No escucha bien, la familia no tiene dinero para audífonos y el gobierno no se los dará nunca. La familia tampoco tiene dinero para papel, así que escriben todo en un pedazo de tablero con tiza, y así se comunican con él:
La "tienda de barrio" o "mercado". Tenían 5 ítems a la venta ese día, contando los cubitos de caldo de pollo:
Es de lo más normal ver a gente sin zapatos y con un mínimo de ropa (se puede justificar diciendo que hace calor, pero en todo el tiempo que estuve allá vi a muy poca gente vestida con mucho más). Nótese también la casa a medias aguas.
Un auto. Raro ver un coche, aunque no funcione. La gente se mueve a pie o a caballo.
Adición mía (Germán)
La bandera cubana fue concebida en 1849 por el militar venezolano Narciso López, en Nueva York. La Asamblea Constituyente de Guáimaro la adoptó en 1868, y en 1902 se convirtió en el símbolo de la Cuba independiente.
Venezuela y Cuba siempre se mantuvieron aliados. La sólida y genuina cultura cubana que tanto admiraban los venezolanos, al igual que numerosos latinoamericanos, era sin embargo lo que menos interesaba a los que se adueñaron del destino de la isla y expulsaron a sus artistas y escritores al exilio, fusilaron a los defensores de la libertad y persiguieron y apresaron a tantos inocentes por el mero hecho de opinar en contra de lo que se avecinaba: el odio. Y, con el odio, el castrocomunismo.
La soledad de Cuba es épica. Así y todo, pocos escriben la verdad. Ni antes ni ahora reconocen que los cubanos llevan 58 años batallando contra un monstruo que ha conseguido extender sus tentáculos a través de América Latina y del mundo; también hacia Estados Unidos: sus universidades, sus instituciones y al mismísimo Gobierno. El castrismo se apoderó de Nicaragua, de El Salvador, de Argentina, de Bolivia, del Perú, de Ecuador, de una parte de México, y, por fin, de Venezuela entera, la niña de sus ojos.
Fidel Castro quiso enseñorearse de Venezuela desde los años 60. Allí envió a sus guerrilleros, allí murió Antonio Briones Montoto. Hoy sus sobrinos viven como pachás en Miami, y hasta son dueños de restaurantes y clubes de moda, en lo que ha sido la invasión castrista de Miami más onerosa con la anuencia y el apoyo del Gobierno de turno. 'Su intercambio cultural' unilateral ha servido para que los hijos, nietos y sobrinos de los militares castristas se asienten con sus millones, y los multipliquen, en la ciudad odiada por sus abuelos, padres y tíos, corazón de la mafia del exilio cubano.
Volviendo a Venezuela. Castro la quería a todo coste, primero que a los demás países de América Latina. La perdió en los 60 cuando su guerrilla fracasó. Entretanto, se metió en Chile, y allí tuvo a Salvador Allende -a pesar de que este ganara en unas elecciones y no por los embates de una guerrilla-. Su plan era otro, cual un Napoleón, más que un Bolívar, el de usurpar más que liberar. Entonces citaba a Napoleón y a Romain Rolland en sus cartas a Celia Sánchez, antes de verse descubierto en su obsesión hitleriana-leninista.
Tras Chile con Allende y el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), Argentina y sus montoneros hoy devenidos millonarios, vinieron Nicaragua y el Frente Sandinista de Liberación Nacional (desde el ICAIC y el ICAP de Cuba se les enviaba armamento), El Salvador y su Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, el Uruguay de los tupamaros, el Perú y Sendero Luminoso, Colombia y las FARC, y así sucesivamente, hasta Angola, Etiopía, Granada, Panamá, y todas las guerras y movimientos ingerencistas y batallones de narcoguerrillas y movimientos terroristas. De todo eso los Castro han sido los creadores.
Y volviendo a la Argentina:
Es un país en quiebra ¿Por qué? Porque, en primer lugar, el Estado gasta más de lo que recauda. La diferencia la cubre con endeudamiento. Pero no toma deuda para reestructurar el país, sino que lo hace en general para consumir vía populismo e incentivar a la gente a no producir. Es como si el jefe del hogar consume con la tarjeta de crédito, no trabaja y cuando del banco lo llaman para cobrar lo que debe, acusa al banco de buitre.
Por momentos esto de la deuda de Argentina deja en evidencia que es un juego de tahúres. En el medio está la gente que los vota para que se endeuden, en esta competencia populista en que se convirtió la democracia, por esa cultura de la dádiva que impera en el país.
Lo concreto es que el Estado no solo no genera los ingresos suficientes para poder pagar la deuda ni los intereses, tampoco tiene activos para cancelar esos pasivos y, lo que es peor, no tiene un plan económico consistente que haga pensar que en el futuro podrá pagar el capital y los intereses de la deuda pública.
En este escenario de pandemia, donde la caída de la economía es tan profunda -9% PIB-, tal vez inicialmente el impacto del default no sería tan dramático. Sin embargo, el ritmo de la potencial recuperación económica, luego de superada la pandemia, se vería muy afectado precisamente por la falta de financiación para el sector público, pero también sobre todo para el sector privado. Ahora Argentina está tocando fondo pero como dice una letra de tango: “Siempre se puede caer más bajo”.
