10 Sep
10Sep

Todos le conocemos, es El Loco; pero no loco en sentido convencional, sino todo lo contrario. El Loco del que vamos a hablar es un personaje extremadamente lúcido y por eso cuando se le permite actuar, es un genio. 

Esa lucidez es la causa que su apariencia o su comportamiento puedan parecer extraños por distintos del resto. 

Hablamos de alguien que destaca entre la multitud, por su independencia de criterio, por defender su libertad individual y no ceder ante el chantaje emocional o económico que le propone la sociedad. 

El Loco protagonista de esta historia, es alguien que no se siente por encima de los demás, ni se cree mejor ni tampoco diferente; es alguien absolutamente normal en el sentido estricto y correcto del término, que no es ni de lejos, el sentido que dicho término adquiere en la sociedad. 

La sociedad se rige y se caracteriza por normas de comportamiento, una de las primeras cosas que los cínicos auténticos, (no los cínico de plástico de hoy en día) se empeñaron en rechazar. Tenían buenas razones para hacerlo, pues el cínico entendía perfectamente el daño que la sociedad y eso que se llama normalidad, podían hacer al individuo, en especial a su alma. 

Lo mismo le sucede al Loco. La normalidad para él, es hacer aquello que te conduce a ser lo que eres, donde eso que eres, no necesita dañar ni aprovecharse de los demás ni de la naturaleza, sino a convivir con ella. 

El Loco es aquel individuo capaz de ser cautivado por la fragilidad, la belleza efímera, la naturaleza en sí, lo minimalista, un gesto amable, la noche, la luna, el mar, el sol, un pájaro cantor en la rama de un árbol, o a un pez en su arroyo. El Loco es aquel que reconoce la parte de su ser que es indomable y que no por ello es salvaje, sino simplemente natural. Es en vano todo esfuerzo que se ponga en domar a un Loco y hasta contraproducente, no para el Loco, sino para quien lo intente. 

El Loco sabe perfectamente que no es la diminuta e insignificante pieza por la que se le quiere tomar, en el gigantesco engranaje de un sistema ya sea laboral, económico, social o de cualquier tipo. El Loco sabe que ante todo es persona y lo mismo son los demás. 

El Loco, reconoce su naturaleza y trata de preservarla viviendo de un modo acorde a ella, para lo cual hace y dice cosas que desde fuera le hacen distinto. El Loco valora esa misma naturaleza en los demás pero siente una enorme tristeza cuando le acusan o se ríen de él por defenderla. El Loco, ama a todo aquel que ama y respeta la vida, y desearía que todo el mundo fuese consciente de la esencia que toda persona es portadora. 

Es el alma y no otra cosa lo que preocupa y entretiene al Loco en su andadura por el mundo. Su error es su causa, y consiste en pensar y desear que todos deben reconocer eso que llevan dentro ya que de hacerlo visible, el mundo sería más justo, más humano. El Loco, es un ser feliz, pero al mismo tiempo no puede evitar sufrir. 

El Loco, es el ser lúcido que ahora y siempre le conviene al mundo y quizá por eso la naturaleza tiene a bien, esparcir por el mundo unos cuantos Locos.

El mundo está lleno de borregos, donde ser borrego no es peyorativo sino que se refiere a ser normal. El Loco adoraría poder ser normal y ser un borrego más, pero algo en su naturaleza se lo impide. Es superior a sus fuerzas en tanto ve con claridad que la panacea que hay en la mente de las personas no es un sueño injustificado sino plenamente acorde a su verdadera naturaleza, su alma.

El Loco advierte y distingue con igual claridad a las personas que han venido a este mundo a hacer un lugar peor del que es, así como a las que han venido a tratar de hacer que el mundo se parezca a esa panacea. 

Ciertamente el mundo no es una panacea pero está llena de incautos que la van buscando de manera egoísta creyendo en el beneficio a ningún precio y estos son un reclamo y presas fáciles para esos otros cuya panacea está en estos sujetos, a los que habría que llamar con cariño, auténticos borregos en sentido literal. 

El Loco, es aquel individuo al que preocupa ver cómo se vulnera la integridad de las personas y lo padece porque su mayor preocupación y ocupación es su propia integridad. El Loco es un personaje que le conviene a la sociedad, a la empresa, al trabajador, al empresario, al consumidor, al ciudadano de a pie, a toda actividad porque el Loco, vela por la humanidad. 

El Loco, es el individuo hombre o mujer que entiende que la verdad no se limita al plano de la realidad donde todas las cosas tienen una medida; sino que vive en contacto permanente con el plano que trasciende esa realidad y en el que se encuentra su verdadera razón de ser, su conciencia. 

El Loco es la imagen especular del superhombre de Nietzsche 

El Loco, no es el superhombre que necesita desinhibirse de una falsa moral sino aquel cuya moral es verdadera y reconoce y desprecia la necesidad del superhombre por entender que hay otra mucho mayor a la que servir y de la que obtener un beneficio; contra la que esta mortal insistencia de la superioridad nada tiene que hacer. 

El Loco entiende el placer del superhombre pero también su vaciedad y falsedad. 

Esa es la razón de no andar ese camino y andar por otro mucho más llano. Esta postura le coloca involuntariamente frente al superhombre. 

El Loco defiende a quienes por ignorancia o necedad se convierten en víctimas del engaño pero lo hace siendo crítico con ellos. No les defiende directamente sino que señala y promueve corregir eso que hace a la gente ignorante y necia, que no es su naturaleza, sino sus circunstancias. Por eso el Loco le conviene a la sociedad. 

El Loco no viene ni necesita demostrarse a sí mismo de la forma en que necesita hacerlo el superhombre. El ego del Loco, enorme, lo utiliza para ser fuerte ante quienes quieren doblegar su alma. 

El Loco es acérrimo defensor de su libertad de pensamiento, sentimiento y conciencia. Por ende, es muy consciente de eso mismo en los demás. Su libertad no necesita ejercer el poder sobre las cosas ni las personas para ser feliz. 

El poder del Loco 

La fuente de poder del Loco es la razón, por extraño que parezca. Ella le da su visión del mundo. Con ella es capaz de aniquilar todo argumento del superhombre de Nietzsche y devolverle al plano que le corresponde. La osadía del Loco, anda pareja a su Locura que no es sino Lucidez. 

Así pues, el Loco es un sujeto que puede resultar un incordio si se le escucha y si no se le escucha también. El Loco no va a consentir ser tratado como un objeto o como un imbécil o como un ser sin conciencia al que frecuentemente hay personas que lo quieren reducir. 

El discurso del Loco es incómodo y cáustico porque su dialéctica hurga y hace daño allí donde más duele que no es en el orgullo, sino en la conciencia. Y nadie es invulnerable a la conciencia. 

Su lógica es tan indestructible como irreductible. Quien tenga nociones de física de partículas sabrá entenderme. Cuando a una partícula se le reduce el espacio a que está confinada con el fin de determinar su posición, estalla. El universo retrocede cuando una mente estúpida, no por condición, sino por intención, quiere penetrar sus secretos. 

Mal asunto es maltratar a un Loco. Ignorarle, tratar de anular su voluntad, anulando su naturaleza, dejarle en un rincón a ver si se aburre y se va. Eso no es problema para el Loco, ya que está acostumbrado a la estupidez ajena y a la crueldad. El Loco vive consigo mismo y con su verdad que es la única que hay. 

El Loco se ríe del poder y de los argumentos que suele ejercer el individuo corriente, que suele basar en circunstancias y en la ley del hombre.

El Loco actúa únicamente llevado por su alma, de modo que discriminar a un Loco es asesinar su alma. Y con ella la de toda la humanidad. 

El trabajo del Loco. El contrapunto.

¿Por qué contrapunto? 

La declaración de intenciones es obligada y aclaratoria, en tanto comprender la elección del término es ya comprender la función del puesto. Lo que seguirá pues, vendrá sujeto a dicha interpretación, por lo que este preámbulo nos ahorra tiempo y malos entendidos. 

  • El contrapunto en la música. La palabra contrapunto proviene del latín “punctum contra punctum”, o sea, nota contra nota. Estudia el modo de combinar una nota con otra u otras que suenan al mismo tiempo. Es el modo de combinar armónicamente dos o más melodías que suenan al mismo tiempo. La idea del contrapunto musical consiste en la combinación de dos voces independientes tanto en ritmo como en armonía, pero que se unifican de manera simultánea para dar un efecto sonoro distinto... La interacción de varias melodías pueden crear una armonía, técnicamente denominada polifonía.
  • El contrapunto en la literatura. Técnica narrativa dinámica que presenta simultáneamente tiempos, lugares y personajes sin prevenir al lector del cambio. Alternan planos narrativos distintos a causa del espacio, del tiempo o del personaje.

 

  • El contrapunto en el arte. Lo definiría como la forma o color que siendo totalmente disonante con el resto da una nota cuyo efecto hace armónico y realza lo que ya existe. Un ejemplo es la boya en esta Marina. Para quien recuerde la película de Turner, es la escena en que Timothy Spall el magnífico actor que le da vida, pone una macha roja sobre el lienzo terminado de otro pintor. Ante la cara estupefacta de los presentes, Turner, retira con un trapo lo que sobra de la mancha y aparece así, la boya, y con ella el ooooohh! del público que aplaude. ¡Exactamente! un Loco es alguien que sabe de la materia, un genio podría decirse, no un cretino. El Loco reconoce sobradamente dónde terminan los límites de la realidad y empiezan las voluntades abyectas.
  • El contrapunto en un coro polifónico. Se centra en el desarrollo horizontal o lineal de la música, mientras que la armonía se ocupa primordialmente de los intervalos o las relaciones verticales entre las notas musicales. Es imposible escribir líneas simultáneas sin que se produzca armonía y es imposible escribir armonía sin actividad lineal.

Por lo tanto la palabra contrapunto en cualquier contexto siempre vendrá a significar lo mismo: Parte actuante de naturaleza semejante a las otras solo que opuesta, cuyo fin y efecto, es oponerse de tal modo que el resultado de la fusión de ambas naturalezas, sea sorprendentemente armónico. 

El contrapunto en sí mismo no tiene sentido, es decir, su sentido está en unirse a una melodía simple. Por eso la vida del contrapuntista es errante. Su razón de ser consiste en encontrar un lugar donde su naturaleza contraria se precise y encaje. La nota de contrapunto no viene a imponerse a las demás. Tampoco destruye ni reemplaza a las demás.

En sentido metafórico

Hay organizaciones o ambientes en que se tocan melodías con notas simples, donde no hay contrapunto. Es la mentalidad de algunos directores mantener el control sin interferencias y un contrapunto, siempre es alguien que va a buscar la interferencia porque en ella está la armonía. Son directores que por su escasa preparación no saben dirigir la orquesta según que notas hay en la partitura.

Pero la música, al igual que la naturaleza, no está para satisfacer vanidades ni tampoco mentes pobres de espíritu; por eso echa al mundo cierta provisión de Locos que hagan su trabajo.

La necesidad

La razón que voy a exponer es tan evidente que posiblemente nadie la vea. Hay cosas que por consabidas, pasan desapercibidas, pero es hora de poner la mirada en ellas, aunque cueste. Es hora de dejar de mirar los árboles para ver el bosque.

Después de lo dicho en relación a la naturaleza del Loco, su papel no puede estar más claro.

El Loco viene a poner el punto de cordura que nos falta y que el sistema apenas nos permite poner; muchas veces incluso, ponerlo redunda en nuestro perjuicio, en tanto el sistema no entiende de conciencia y como ya habrán percibido, esto va de conciencia.

La conciencia no es cosa de la que se debiera hablar en público pero se ha vuelto necesario hacerlo. La gente no se revela ante la falta de escrúpulos, se indigna pero con eso no basta. Hemos evolucionado en consciencia, es decir, en el deseo de ser conscientes, de conocer el cómo y porqué pasan las cosas. Es palpable el deseo de deshacerse de la hipocresía. Cada vez vale menos eso de dame pan y dime tonto. Sin conocimiento, no hay conciencia.

La vida no es únicamente la realidad de este mundo; sino la realidad unida a la verdad; una verdad cada vez más puesta en duda. El sistema no reconoce otra verdad que no sea el dinero y lo tangible, la ciencia y la filosofía ponen en duda la verdad. No obstante, nada de eso le quita la razón al Loco. 

El Loco puede parecer un loco, pero no es tonto. Ninguna de las patrañas ni de las disquisiciones que puedan atormentar a la ciencia o a la filosofía en un momento dado, suponen para él ningún cambio. Las personas siguen siendo lo que han sido siempre y si queremos hacer el mundo algo mejor, no podemos estar pendientes de las teorías ni de un lado ni de otro, sino que debemos prestar atención a la única verdad que siempre ha estado ahí, la que está en nuestro corazón.

Un poco de conciencia es lo que el Loco demanda. Se requiere poner conciencia en la sociedad, el trabajo, el mercado, los medios de producción, los conflictos, la religión, la guerra o todo lo que tiene que ver con ella. Los fanatismos y los errores que los alimentan. El Loco es el sujeto que ante todo es consciente que el individuo no es una etiqueta o rol y por ello no debe tomarla por encima de su condición de ser humano. Si el individuo insiste en hacer de su rol su existencia y valerse de ese rol para obtener un rédito personal sobre los demás, tiene por bien merecido todo el peso que el sistema descargue sobre él.

Encontrar el papel del Loco en una organización es fácil, lo difícil es dar con el Loco adecuado.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO