01 Jun
01Jun

Tal vez Usted lea el título y se pregunte: “¿Cómo diferentes Malbec? ...si el Malbec, es el Malbec, y es siempre el mismo.” Pues no, todos son diferentes. De hecho, no hay dos vinos iguales. Ni siquiera hay dos botellas del mismo vino que con el tiempo sean iguales.  Eso es lo fantástico del vino, su versatilidad, su capacidad de cambio, su metamorfosis.

Y Usted mismo, con el correr del tiempo, luego de catar y degustar distintos vinos con moderación, se va a dar cuenta que no existen vinos, existen momentos. Ese vino que tanto le gustó hoy, tal vez mañana le parezca mediocre, o viceversa. Esto se da porque el vino es la subjetividad elevada al máximo, y no pueden existir “puntajes” al respecto. Pero acerca de este tema vamos a hablar en próximas columnas, hoy nos ocuparemos de describir en líneas muy generales las características de los vinos de nuestra cepa insignia que se elaboran en el país. Argentina tiene varias provincias productoras de vino, cada una con sus particularidades, con su tipo de clima y tipo de suelo, que les dan distintas cualidades a las plantas de la vid, cualidades que luego son transferidas al vino: Salta, La Rioja, Catamarca, Mendoza, San Juan, Neuquén, La Pampa, Río Negro y Buenos Aires son las principales.

Pero primero conozcamos las características generales del Malbec. El cepaje es originario de Bordeaux, Francia.  Estando en la planta, el racimo es de un tamaño mediano, cónico, con bayas medianas esferoides, negro-azuladas y de pulpa blanda. El vino resultante es de cuerpo medio, con taninos dulces y amables, notas florales y especiadas. Su aroma recuerda a la ciruela, el cassis, guindas y violetas. La crianza en barrica le aporta notas de cuero, vainilla y chocolate.

Si hablásemos de rasgos generales, podríamos decir que: En el norte de nuestro país, principalmente en Salta, vamos a encontrar Malbecs con un color rojo oscuro, casi negro, de gran cuerpo y aromas muy concentrados, debido a la gran cantidad de horas de sol, a la altura (hasta de 3000 mts) y a las altas temperaturas,  lo  cual  provoca  que  la  bayas  contengan  mayor  cantidad  de  azúcar  (que  luego  se transforma en alcohol) y muy poca cantidad de agua, debido a la evapotranspiración de la planta. Poseen en general alta graduación alcohólica y media a baja acidez.

En la zona central del país, principalmente en Mendoza, se logran Malbecs muy balanceados, aptos para la guarda, donde la cepa encontró su lugar predilecto. Cuenta durante todo su periodo de maduración con una gran amplitud térmica entre el día y la noche, lo cual sintetiza muy bien los componentes de la uva. Posee azúcar y acidez balanceados, aromas distintivos propios de la variedad y características extras aportadas por los distintos suelos y las distintas alturas de la zona.

En la zona sur, la Patagonia, nos encontramos con Malbecs cada vez mejor logrados, de un color rojo no tan oscuro, fáciles de beber, con una marcada acidez, producto del clima propio de la región, pareciéndose más a un estilo “europeo” de vino, con aromas de frutos rojos distintivos de la tipicidad.

Las zonas productoras del país se diferencian en líneas generales entre sí por sus suelos, las horas de sol al año, el promedio de precipitaciones, la altura, la temperatura y la amplitud térmica entre el día y la noche, las heladas, etc. Todos estos factores influyen en el ciclo anual de la vid, que luego son percibidos en los vinos, haciendo que por más que sean todos Malbec, encontremos notables y marcadas diferencias entre ellos en acidez, dulzor, grado alcohólico, aromas, cuerpo, astringencia, etc.

Diego Di Giacomo

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